Cómo se ha construido un equipo campeón: el Chelsea de Todd Boehly
- José Luis Guerrero Fernández

- 14 jul
- 4 Min. de lectura
Una nueva propiedad, que lleva desde 2022 en Londres, culmina su obra magna: el Mundial de Clubes 2025

Corría el año 2022, la Guerra de Ucrania supuso una hecatombe en el tablero geopolítico europeo y el fútbol o el deporte no fue una excepción. Medidas directas como la exclusión de Rusia y sus clubes de competiciones UEFA y FIFA no se hicieron esperar, así también en el baloncesto se notaron señales de este seísmo, con la exclusión de Zenit y CSKA de la Euroliga. Pero eso sí, otras consecuencias indirectas
estaban aún por llegar al mundo del fútbol.
El Chelsea, propiedad desde 2003 del
oligarca ruso Román Abramóvich, se vio obligado a salir a la venta para evitar represalias desde los organismos rectores del fútbol. Eso sí, no cabe olvidar que en esos momentos se trataba del campeón de Europa, que en 2021 había superado al Manchester City en la final de Oporto. Además, en esa misma campaña, ya se ubicaba en los Cuartos de Final de la Champions, cuyo sorteo le había emparejado con el Real Madrid. Un abanico de posibilidades e incertidumbre se abrían en Londres. Las noticias y posibles compradores se sucedían, llegando a haber especulaciones de una posible disolución del club entre los más pesimistas.

Pasadas unas semanas, apareció el empresario americano Todd Boehly, un desconocido en el mundo del fútbol, pero que ya había realizado inversiones en otras áreas deportivas. El presidente de Eldridge Industries, decidió montar un conglomerado que englobase sus negocios en el mundo del fútbol: nacía BlueCo.
En lo deportivo, el inicio de Todd no fue lo más fructífero del mundo, cayendo eliminado ante un Real Madrid, a la postre, campeón. Para el inicio de la campaña 2022/2023, la nueva propiedad demostró que no quería hacer del Chelsea una comparsa, ni en Inglaterra ni en Europa.
Se gastaron 300 millones de euros en el mercado de Verano en nombres como Wesley Fofana, Marc Cucurella o Sterling, mientras que en Invierno el desembolso fue similar, con la llegada de un Enzo Fernández que la había partido en Qatar 2022 o jóvenes promesas robadas a sus vecinos de Londres, como Mudryk. Las expectativas no se cumplieron y los de Londres se quedaron sin competir en Europa solo dos años después de coronarse campeones de la Champions.

Con el inicio de una nueva campaña en verano de 2023, pocas cosas cambiaron, o sí. Los fichajes seguían siendo parte de la política del club, centrándose en jugadores de gran proyección y que pudieran tener una fácil salida, si llegaba una oferta que satisfacía a los de Londres. Así llegaron los Caicedo, Lavia, Nkunku, Palmer, Jackson o Petrovic. Además se dio uno de los pasos fundamentales en materia de proyecto por parte de Boehly: hacer de BlueCo un modelo de multipropiedad. Se adquirió el RC Strasbourg de la Ligue 1 como medio de formación de jugadores y revalorización de estos, funcionando tal como lo hace el Girona en el CityGroup. Y es que el nuevo Chelsea venía no solo a revolucionar el mercado de traspasos, sino también la fisionomía del fútbol, principalmente en lo financiero. Los de Boehly, desde la dirección deportiva, encontraron una tara al sistema de traspasos. Esta consistía en hacer contratos extensos (de cerca de 10 años) a jugadores con gran proyección, para diferir la cantidad de traspaso a pagar por los derechos de los jugadores. Esto consiste en que si pagas 100 millones por un jugador que contratas hasta 2032 en 2022, el traspaso te computa 10 millones al año en el Fair Play Financiero. Esto, combinado con otra acción: la venta de canteranos, acción practicada por varios clubes de la Premier, como el City, cuya cantidad de venta computa íntegramente en ese mismo año en el FPF, hacía que el Chelsea tuviera un techo de gasto casi infinito. Más información del tema en: LaMediaInglesa https://youtu.be/iz4EV8unBAw?feature=shared.

Bajo esta premisa de trabajo, de multipropiedad y manejo del mercado de pases, llegaron algunos problemas. El primero, lo inteligible de esta política de fichajes para el grosso de los aficionados al fútbol, después, las regulaciones de UEFA y FIFA a estos vacíos legales aprovechados por el Chelsea. Esto no era nuevo para los blues, ya que bajo la anterior propiedad se limitaron las cantidad de jugadores cedidos, recurso manejado a la perfección por el Chelsea de Abramóvich. Todo parecía ser un desastre en Londres: poco o ningún resultado deportivo tras tanto desembolso, memes en RRSS por la cantidad de jugadores en plantilla, entre otras situaciones que colocaban al Chelsea fuera de la corte del fútbol europeo actual. Pero todo cambió en 2024. Se eligió a un nuevo técnico (Enzo Maresca), pupilo de Pep Guardiola y los resultados fueron inigualables: pase a la Champions 2026, campeón de la Conference League y campeón del primer Mundial de Clubes, y todo, sin cambiar el rumbo desde la dirección deportiva.
Hace unos días vimos el ejemplo perfecto. Petrovic, que como dije más arriba, llegó en 2023 del New England de EE UU, pasó la campaña pasada en el Strasbourg de la multipropiedad BlueCo, donde hizo un papel capital para clasificar a los de la Alsacia para Conference League. Este rendimiento le valieron una ristra de pretendientes. El Bournemouth fue el más rápido y compró el pase del jugador por 25 millones de libras, dejando un profit la operación de más de 10 millones de euros para los blues. Comprar barato y joven, vender caro, es la operación habitual en BlueCo, eso sí, ahora sí con éxito deportivo, que abala la gestión financiera.
Ave Caesar, Chelsea.





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