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Los goles son como el kétchup: a veces no salen por mucho que lo intentes y luego vienen todos de golpe

Pere Milla, Puado y Roberto en la celebración del gol.
Pere Milla, Puado y Roberto en la celebración del gol.

La Real Sociedad recibía a un Espanyol que en la primera jornada había sorprendido al Atlético de Madrid con una victoria en casa. Los donostiarras, en cambio, solo habían logrado un punto en Mestalla. Manolo González apostó de inicio por Pere Milla y Tyrhys Dolan.

Ambiente dominical en Anoeta y gran arranque de los locales, que salieron con una presión muy alta desde el minuto 1. Ya en el 23’’ dispusieron de una contra peligrosa, aunque sin consecuencias. El Espanyol, sin embargo, mostró personalidad y poco a poco fue conectando pases y asentándose en el partido.


El primer gol llegaría gracias a Pere Milla. Tras una gran acción de Dolan, derribado en el inicio de la jugada, el de Lleida recorrió el campo rival, abrió a Roberto y este se la devolvió de primeras con un toque sutil para que Milla, lanzándose de plancha, cabeceara a la red. Con el tanto, los pericos se adueñaron del encuentro y se sintieron cómodos. Dolan, muy destacado, dejó destellos de calidad con su dribling, incluido un túnel a Sergio Gómez.

Edu Expósito rozó el segundo con un disparo que lamió el poste y puso el corazón en un puño a la afición local. El Espanyol crecía y la Real se encogía. Poco antes del descanso, la polémica: Kubo cayó en el área tras chocar con Cabrera, pero el árbitro entendió que el japonés buscaba el contacto. Acto seguido, Roberto fue derribado por Jon Martín dentro del área rival. Penalti. Puado lo ejecutó, pero Remiro lo detuvo. Sin embargo, el VAR ordenó repetirlo por invasión de Aramburu. En la segunda oportunidad, Puado no perdonó con un disparo potente al centro: 0–2.


La segunda parte arrancó con la misma intensidad. El Espanyol buscaba el tercero, mientras que Anoeta abroncaba a Luka Sucic tras un partido muy flojo. Cinco minutos después de su sustitución llegó el inicio de la remontada. Barrenetxea aprovechó un resbalón fatal de El Hilali para quedarse con el balón y fusilar a Dmitrovic con un disparo seco: 1–2.

Ocho minutos más tarde, la Real culminó una gran jugada colectiva. Tras varias triangulaciones, Oyarzabal filtró un pase brillante a Oskarsson, que batió a Dmitrovic con un disparo raso al palo largo. Empate a dos y el Espanyol totalmente contra las cuerdas, incapaz de hilvanar posesiones largas.

En el 70’, Calero tuvo el 2–3 tras un pase magnífico de Terrats, pero su disparo se fue a las nubes. Poco después, Brais Méndez se topó con una parada espectacular de Dmitrovic en un mano a mano.


El tramo final fue frenético, con ambos equipos volcados en ataque y acusando el cansancio. La Real apretaba empujada por su afición, mientras que el Espanyol buscaba el golpe definitivo al contragolpe. Cada pérdida era un suspiro y cada llegada una ocasión de oro. En el último minuto, Javi Puado tuvo en sus botas la victoria tras una gran acción colectiva, pero su control del balón fue interceptado por Zubeldia ante un Remiro ya batido. Anoeta rugió y el Espanyol lamentó la que pudo ser la sentencia. El pitido final dejó a los dos equipos exhaustos, con la sensación de haber librado una auténtica batalla en San Sebastián.



 
 
 

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